La salud prostática es uno de los temas más importantes y, al mismo tiempo, uno de los más rodeados de tabúes entre los hombres. Después de los 60 años, el cuerpo requiere nuevos cuidados, pero hablar de sexualidad todavía provoca vergüenza y silencio. Lo que muchos no saben es que la frecuencia de las eyaculaciones puede influir directamente en la salud de la próstata e incluso ayudar en la prevención del cáncer prostático.
La próstata es una glándula esencial para la fertilidad y la función sexual masculina. Produce el líquido prostático, que protege y nutre a los espermatozoides. Cuando esta “fábrica” trabaja sin liberar su producción de manera regular, ocurre una acumulación natural que puede favorecer la inflamación y molestias, como la prostatitis crónica, una condición que causa dolor pélvico y dificultad al orinar.
La eyaculación regular, ya sea durante la actividad sexual o a través de la masturbación, funciona como una limpieza interna natural. Esta liberación periódica ayuda a reducir la congestión de la glándula, mantiene los conductos activos y disminuye el riesgo de inflamación. Además, investigaciones científicas de gran alcance —como el estudio de la Universidad de Harvard, que siguió a más de 30 mil hombres durante 18 años— demostraron que quienes eyaculaban 21 veces o más al mes tenían hasta un 33% menos riesgo de desarrollar cáncer de próstata. Este efecto protector se explica mediante la llamada “hipótesis de la limpieza”, según la cual la eyaculación elimina toxinas y posibles agentes cancerígenos que se acumulan en el líquido prostático.
Pero los beneficios no terminan ahí. Después de eyacular, el cuerpo libera hormonas como la oxitocina, la prolactina y las endorfinas, que ayudan a relajarse, mejoran el estado de ánimo y favorecen un sueño más profundo y reparador. En otras palabras, mantener una vida sexual activa —dentro del ritmo y las posibilidades de cada persona— aporta ventajas tanto físicas como emocionales.
Es importante destacar que no existe una frecuencia ideal universal. Cada organismo tiene sus propias necesidades y límites. Lo esencial es respetar el propio cuerpo, adoptar hábitos saludables y acudir periódicamente al urólogo, incluyendo estudios como el PSA y, cuando sea necesario, el tacto rectal. El diagnóstico oportuno sigue siendo la herramienta más poderosa para prevenir complicaciones y salvar vidas.
Más allá de la intimidad, cuidar la próstata es un acto de responsabilidad y amor propio. Romper el silencio sobre este tema es fundamental para vivir más y mejor. El hombre que se informa, pregunta y busca orientación médica demuestra fuerza y conciencia, no debilidad.
Para comprender más a fondo cómo la masturbación y la eyaculación influyen en la salud prostática, mira el video a continuación, donde la Dra. Sol Márquez explica este tema con claridad, respaldo científico y sin tabúes.

